Un estudio retrospectivo en un hospital terciario de 1,000 camas investiga retrasos (OTA) en medicación de emergencia. Analizando 11,429 visitas (junio-agosto 2020) de pacientes ≥20 años, se halló que el 9.9% sufrió demoras >30 minutos. Se revelan los predictores clave de estos críticos tiempos de espera.

En el vertiginoso entorno de un departamento de emergencias hospitalario, el tiempo es un factor determinante que puede marcar una diferencia sustancial en los resultados clínicos de los pacientes.

La administración oportuna de medicamentos de emergencia es, sin lugar a dudas, un componente crítico de la atención urgente. Retrasos en este proceso, conocido como tiempo de retraso en la administración de órdenes (OTA, por sus siglas en inglés), pueden tener consecuencias negativas, impactando la efectividad del tratamiento, aumentando el riesgo de complicaciones y, en última instancia, afectando el pronóstico del paciente.

Dada la importancia de minimizar estos retrasos, fue llevado a cabo un análisis retrospectivo exhaustivo con el objetivo de identificar los factores asociados con los tiempos prolongados en la administración de órdenes de medicamentos en un entorno de alta complejidad.

El estudio, centrado en un hospital terciario que cuenta con 1,000 camas, se propuso investigar los predictores de retraso en la administración de medicamentos de emergencia. Los hospitales terciarios, por su naturaleza, suelen manejar casos de mayor complejidad y gravedad, recibiendo un volumen considerable de pacientes que requieren atención inmediata y especializada. Comprender los factores que contribuyen a los retrasos en la administración de medicamentos en este tipo de instituciones es fundamental para optimizar los procesos y mejorar la calidad de la atención brindada.

Metodología del Análisis: Desvelando las Cifras del Retraso

La investigación se basó en un análisis retrospectivo de datos de visitas al departamento de emergencias. El período de estudio seleccionado abarcó desde junio hasta agosto de 2020. Durante este intervalo de tres meses, se incluyeron en el análisis un total de 11,429 visitas de pacientes que cumplieron con los criterios de inclusión.

Los pacientes considerados para el estudio fueron aquellos que tenían 20 años o más de edad y que habían recibido al menos un medicamento de emergencia durante su visita al departamento de urgencias.

La exclusión de pacientes menores de 20 años pudo haberse realizado para enfocar el análisis en las características y patrones de retraso más prevalentes en la población adulta, que a menudo presenta patologías distintas y requiere abordajes farmacológicos diferentes a la población pediátrica.

El resultado principal que se midió en el estudio fue el tiempo de retraso en la administración de la orden (OTA). Específicamente, se consideró que existía un retraso significativo si el tiempo transcurrido desde que la orden de medicación era emitida hasta que el medicamento era administrado superaba los 30 minutos.

Este umbral de 30 minutos fue considerado crítico, presumiblemente porque un retraso superior a este tiempo podría comprometer la efectividad del tratamiento, especialmente para condiciones agudas y tiempo-dependientes donde cada minuto es vital para el resultado del paciente.

La identificación de los factores predictivos de este retraso se realizó mediante el uso de regresión logística multivariable. Esta técnica estadística avanzada permite evaluar la asociación entre múltiples variables (las características del paciente, los procesos de atención, etc.) y un resultado binario (en este caso, si hubo o no un retraso en la administración de la orden >30 minutos), controlando el efecto de otras variables simultáneamente. Esto significa que los predictores identificados son aquellos que tienen una asociación independiente con el retraso, más allá de la influencia de otros factores considerados en el modelo estadístico.

El análisis de regresión logística multivariable permitió calcular las razones de probabilidades ajustadas (aOR), que cuantifican la magnitud de la asociación entre cada predictor y la probabilidad de experimentar un retraso en la administración de la orden, manteniendo constantes otras variables.

Un aOR mayor a 1.0 indica un aumento en las probabilidades de retraso asociado a la variable en cuestión, mientras que un aOR menor a 1.0 indica una disminución en esas probabilidades.

Los resultados de este análisis estadístico detallado revelaron que, del total de 11,429 visitas de pacientes analizadas durante el período de junio a agosto de 2020, el 9.9% experimentó retrasos en la administración de órdenes de medicación de emergencia que superaron el umbral crítico de 30 minutos.

Esta cifra subraya que, incluso en un entorno hospitalario avanzado, los retrasos en la administración de medicamentos urgentes son un problema real que afecta a una proporción significativa de pacientes.

Los Predictores Clave: Identificando los Factores de Riesgo

El análisis de regresión logística multivariable permitió identificar varios predictores significativos asociados con un mayor riesgo de experimentar retrasos en la administración de órdenes. Se encontró que la edad avanzada del paciente fue un predictor de retraso, con una razón de probabilidades ajustada (aOR) de 1.01. Aunque este valor puede parecer pequeño, indica que, por cada año adicional de edad, las probabilidades de experimentar un retraso de más de 30 minutos aumentan ligeramente, lo que sugiere que los pacientes de mayor edad pueden requerir procesos de atención más complejos o presentar barreras adicionales que contribuyen a demoras en la administración de medicamentos.

El sexo femenino también se identificó como un predictor significativo de retraso, con un aOR de 1.49.

Esto implica que los pacientes de sexo femenino tuvieron casi un 50% más de probabilidades de experimentar un retraso en la administración de medicamentos de emergencia en comparación con los pacientes de sexo masculino, después de ajustar por otras variables. Las razones detrás de esta asociación pueden ser multifactoriales y podrían incluir diferencias en la presentación de síntomas de ciertas condiciones, lo que lleva a retrasos en el diagnóstico o la prescripción, o posibles diferencias en los protocolos de atención o la interacción con el personal.

La movilidad limitada también se correlacionó con un mayor riesgo de retraso.

Específicamente, los pacientes clasificados como ambulatorios con asistencia tuvieron un aOR de 1.38 para experimentar retrasos. Los pacientes con dificultades de movilidad pueden requerir más tiempo y recursos para ser trasladados a áreas de tratamiento, ser posicionados adecuadamente para la administración de medicamentos o necesitar asistencia adicional del personal, lo que puede contribuir a demoras en el proceso.

El trauma fue otro predictor significativo de retraso, con un aOR de 1.35.

Los pacientes con trauma a menudo presentan lesiones múltiples y complejas que requieren una evaluación exhaustiva, múltiples procedimientos de diagnóstico (como estudios de imagen) y la participación de diversos especialistas y equipos. La complejidad de la atención del trauma y la necesidad de coordinar múltiples intervenciones de manera simultánea pueden generar cuellos de botella en el proceso, incluyendo demoras en la administración de medicamentos que son parte del protocolo de manejo del trauma.

Además de las características intrínsecas del paciente o su condición, factores relacionados con el flujo y la carga de trabajo en el departamento de emergencias también se asociaron con retrasos.

Se encontró que un aumento en las visitas de pacientes por hora se correlacionó positivamente con los retrasos, con un aOR de 1.07. Esto indica que a medida que aumenta el volumen de pacientes que llegan al departamento de emergencias en un período de tiempo determinado, también aumentan las probabilidades de experimentar retrasos en la administración de medicamentos.

La congestión del servicio de urgencias ejerce presión sobre los recursos, el personal y los flujos de trabajo, lo que puede ralentizar procesos críticos como la preparación y administración de medicamentos.

Finalmente, el uso concurrente de líquidos intravenosos también se asoció con un mayor riesgo de retraso en la administración de medicamentos, presentando un aOR de 1.42. La necesidad de administrar líquidos intravenosos a menudo se presenta en pacientes que requieren rehidratación, que están en shock o que necesitan un acceso venoso para la administración de otros medicamentos.

El proceso de establecer un acceso intravenoso y preparar y administrar líquidos puede consumir tiempo y recursos, lo que potencialmente retrasa la administración de otros medicamentos que también han sido ordenados para el mismo paciente.

Factores Protectores: Elementos que Disminuyen los Retrasos

Si bien varios factores se asociaron con un aumento en las probabilidades de retraso, el estudio también identificó elementos que se correlacionaron con una menor probabilidad de experimentar demoras en la administración de órdenes.

Se encontró que los pacientes que fueron triados en nivel 1 tuvieron probabilidades significativamente menores de retraso, con un aOR de 0.25. El nivel 1 de triaje se asigna a los pacientes en estado más crítico, que requieren atención inmediata y que a menudo son trasladados directamente a salas de reanimación o áreas de alta agudeza. La alta prioridad asignada a estos pacientes y los protocolos de respuesta rápida establecidos para su atención probablemente contribuyen a la administración más expedita de los medicamentos necesarios.

La hora de llegada al departamento de emergencias también jugó un papel. Los pacientes que llegaron durante los turnos nocturnos mostraron menores probabilidades de retraso en la administración de medicamentos, con un aOR de 0.33.

Esto sugiere que, en comparación con los turnos diurnos o vespertinos, los turnos nocturnos pueden experimentar un menor volumen de pacientes, lo que resulta en una carga de trabajo reducida para el personal y una mayor disponibilidad de recursos para atender las necesidades de medicación de manera más rápida.

Finalmente, el estudio encontró que los pacientes que recibieron medicamentos intramusculares tuvieron un aOR de 0.71 para experimentar retrasos, lo que indica una menor probabilidad de demora en comparación con otras vías de administración (presumiblemente la intravenosa, que es la más común para medicamentos de emergencia y que estuvo implicada en uno de los predictores de retraso).

La administración intramuscular puede ser un proceso más rápido y menos complejo que la administración intravenosa, ya que no requiere el establecimiento de un acceso venoso funcional y la preparación de soluciones para infusión en todos los casos, lo que podría explicar por qué esta vía se asocia con menores retrasos.

Congestión y Flujo de Pacientes: El Impacto en el Tiempo

Los resultados del estudio refuerzan la comprensión de que la congestión en el departamento de emergencias es un factor ambiental crítico que impacta negativamente en los tiempos de administración de medicamentos.

El hallazgo de que un aumento en las visitas por hora se asocia con mayores retrasos valida la percepción de que cuando el volumen de pacientes supera la capacidad operativa del servicio, los procesos se ralentizan. Esta ralentización no solo afecta el tiempo de espera inicial para ser visto por un médico o enfermero, sino que también crea cuellos de botella en etapas posteriores del proceso de atención, incluyendo la emisión, validación, preparación y administración de órdenes de medicación.

La congestión puede llevar a que el personal de enfermería y farmacia se vea sobrecargado, con múltiples tareas urgentes compitiendo por su atención simultáneamente.

Esto puede resultar en retrasos en la recogida de las órdenes médicas, en la preparación de los medicamentos en la farmacia del departamento de emergencias (si la hay) o en la administración física del medicamento al paciente.

El flujo ineficiente de pacientes dentro del departamento de emergencias, exacerbado por la alta ocupación y la demora en la disposición de los pacientes (ingreso a planta, traslado, alta), también puede contribuir a los retrasos en la administración de medicamentos, ya que los pacientes pueden permanecer más tiempo del necesario en áreas de tratamiento agudo, ocupando espacios que podrían ser utilizados por nuevos pacientes y sobrecargando al personal en esas áreas.

Implicaciones y Estrategias de Mejora: Hacia una Atención Más Rápida

Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones significativas para el diseño e implementación de estrategias destinadas a mejorar la puntualidad en la administración de medicamentos en los departamentos de emergencias. Al identificar los predictores clave de retraso, se pueden desarrollar intervenciones más dirigidas y efectivas. Se subraya la necesidad de prestar especial atención a los grupos de alto riesgo identificados, como los adultos mayores, las pacientes femeninas y aquellos con movilidad limitada.

Para estos grupos, podrían implementarse protocolos de atención específicos o vías rápidas que aseguren que la administración de medicación urgente sea una prioridad clara y que se anticipen posibles barreras o necesidades adicionales.

Las recomendaciones derivadas del estudio apuntan hacia la optimización de diversos aspectos del proceso de atención. Se sugiere la necesidad de optimizar los protocolos de medicación para pacientes que se someten a procedimientos auxiliares. Esto podría implicar la revisión de los flujos de trabajo para asegurar que las órdenes de medicación necesarias para o después de procedimientos como estudios de imagen, suturas o reducciones de fracturas sean emitidas y procesadas de manera expedita, coordinando la farmacia y el personal de enfermería para anticipar estas necesidades.

Asimismo, se considera crucial mejorar la capacitación del personal para una mejor coordinación. Esto podría incluir formación en comunicación efectiva entre médicos, enfermeras, farmacéuticos y personal de apoyo, así como en el uso eficiente de los sistemas electrónicos de prescripción y administración de medicamentos.

Un personal bien capacitado y coordinado es esencial para minimizar los errores y los retrasos en cada etapa del proceso de medicación.

Finalmente, se recomienda ajustar las operaciones de la farmacia del departamento de emergencias, si existe, durante las horas pico para reducir los tiempos de espera en la preparación de medicamentos. Esto podría implicar aumentar la dotación de personal de farmacia durante los períodos de mayor afluencia de pacientes, implementar tecnologías de dispensación automatizada más rápidas o establecer sistemas de priorización claros para las órdenes de medicación de emergencia.

Si la farmacia principal del hospital es responsable de la dispensación, se podrían explorar mecanismos para agilizar la entrega de medicamentos al departamento de emergencias o la posibilidad de tener un farmacéutico satélite en el servicio durante las horas de mayor actividad.

Mirando al Futuro: La Investigación Continua para Optimizar la Urgencia

El estudio concluye enfatizando que la comprensión profunda de estos predictores de retraso en la administración de órdenes es un paso esencial para el desarrollo e implementación de estrategias efectivas que permitan optimizar los flujos de trabajo dentro del departamento de emergencias y, en consecuencia, mejorar la calidad y la puntualidad de la atención al paciente. Los hallazgos proporcionan una base empírica sólida sobre la cual se pueden construir iniciativas de mejora de procesos.

No obstante, se reconoce la necesidad de investigación futura. Específicamente, se sugiere que estos hallazgos deberían ser validados en diferentes entornos de departamentos de emergencias. Los resultados obtenidos en un hospital terciario de 1,000 camas pueden no ser directamente generalizables a hospitales comunitarios más pequeños, servicios de urgencias rurales o departamentos de emergencias pediátricas, que pueden tener diferentes volúmenes de pacientes, perfiles de casos, recursos y flujos de trabajo.

La replicación del estudio en diversos contextos ayudaría a confirmar la robustez de los predictores identificados y a identificar factores específicos de cada entorno.

Además, se aboga por explorar enfoques innovadores para mejorar la puntualidad de la atención de emergencia.

Esto podría incluir la investigación sobre el impacto de nuevas tecnologías (como la inteligencia artificial para la gestión de colas o la robótica para la dispensación de farmacia), el diseño de espacios físicos más eficientes dentro del departamento de emergencias, la implementación de modelos de dotación de personal alternativos o el desarrollo de intervenciones conductuales dirigidas al personal para fomentar prácticas que minimicen los retrasos.

La optimización de la atención de emergencia es un proceso continuo que requiere investigación persistente y la voluntad de explorar nuevas soluciones para enfrentar los desafíos inherentes a este campo dinámico.

Conclusión:

El estudio en un hospital terciario de 1,000 camas reveló que el 9.9% de las 11,429 visitas entre junio y agosto de 2020 tuvieron retrasos superiores a 30 minutos en medicación de emergencia para pacientes mayores de 20 años. Predictores como edad avanzada (aOR: 1.01), sexo femenino (aOR: 1.49), movilidad limitada (aOR: 1.38), trauma (aOR: 1.35), mayor volumen de visitas por hora (aOR: 1.07) y uso de fluidos IV (aOR: 1.42) se asociaron a mayores demoras.

En contraste, ser triado en nivel 1 (aOR: 0.25), llegar en turnos nocturnos (aOR: 0.33) o recibir medicación intramuscular (aOR: 0.71) se relacionó con menores retrasos. Comprender estos factores es crucial para optimizar flujos de trabajo, implementar intervenciones específicas y mejorar la atención urgente al paciente.

Referencias

Autor

El equipo de redactores de Sapue realizo esta historia, utilizando herramientas editoriales, de traducción e inteligencia artificial. El proceso de redacción contó con incidencia humana en cada etapa.